miércoles, 15 de mayo de 2013

ESTA SEMANA NOS VAMOS DE FERIA ...



La feria de Carmona data de 1.466, cuando Enrique IV de Castilla concedió a la ciudad de Carmona el privilegio de celebrar anualmente una feria del ganado.

Hoy en día es una explosión de colorido y alegría. Cuatro días para disfrutar del ambiente, de las casetas, de los paseos a caballo, de los trajes de flamenca, de los amigos ...

Pero no siempre fue así; nuestro paisano José María Requena en 1952 nos la describía de la siguiente manera:

"La Feria nació así: Ganado y Labranza, enamorados por conveniencias camperas, se dieron cita en las afueras del pueblo con la ilusión puesta en interesadas bodas de compraventas. Tratándose de emparejamiento por amaños de familia, sin flechazos ni trabajosas declaraciones, se hicieron imprescindibles el alcahueteo intermediario del tratante y el “piropeo” casementero del chalán. 

En algunas tierras, la Feria siguió repitiéndose en el tono frío de yo pido tanto y yo pago cuanto, y yo exijo más sin un yo convido y sin el “compadreo” que le pega al caso. 

En Andalucía, la cosa fue otra: entre mulo y mulo, levantó un gitano que nadie recuerda una choza humilde, donde había un barril “pa animá los tratos”. Cundiendo la idea, cada labrador, cada ganadero, cada dedicado al palique del trato, fabricó un chozajo para guarecerse de soles que queman y para que el materialismo del negocio serio se sublimara un mucho en el forcejeo generoso de los convites. El vino colocó entre cantidades su mijita de cante, su derroche de charla sin por qué ni para qué, animando discusiones y evitando acaloramientos. Se aminoraron ganancias en la orilla del copeo y los feriantes regresaron a sus casas con algo de lo que ganaron y muy bien entrada la mañana nueva. De resultas de estos detalles, la madre de los niños, para evitar extravíos del padre, coronó su roete con un clavel rojo, trasladándose con avíos de cocina y biberones hasta donde el hombre explotaba el oficio. 

El mujerío, no conformándose con un techado de retama sobre cuatro palos, convirtió la choza en tienda de lonas alistadas, y por aquello de querer ser “una” más que la vecina se inventaron cadenetas y farolillos y salieron a relucir esmeros de guisos y tapas. Al amanecer, el apetitoso perfume de una sartén de buñuelos borraba del aire el olor a cuadra de las bestias".





1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Que paséis buena feria todos! y que os montéis en muchos cacharritos y bailéis muchas sevillanas, a ver si nos vemos en la feria.





ANA PRIETO P5ºB